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Orgánica Store
Publicado el 12 de octubre de 2022
Dentro de nuestro intestino hay miles de millones de bacterias y justamente esa diversidad bacteriana es la clave para una buena salud intestinal.
Primero debe haber una gran cantidad de bacterias, segundo una gran variedad. Pero cada vez es más y más complicado conseguir esa variedad, ya que casi nada de lo que comemos está “vivo”. ¡Es ahi donde los alimentos fermentados se convierten en protagonistas!
Los alimentos fermentados son la forma más fácil, divertida y práctica de relacionarnos con esas bacterias, para aportar diversidad a nuestra microbiota y retomar la tradición de comer alimentos vivos a nuestro estilo de vida diario.
La fermentación es la transformación que sufren los alimentos por la acción de las bacterias y las levaduras sobre los glúcidos que contienen. Durante este proceso, los azúcares se convierten en ácidos, gas o alcohol que actúan como conservantes naturales.
¿Lo mejor?
Son probióticos naturales y caseros, que aportan bacterias buenas a nuestro intestino, capaces de colonizarlo y de permanecer de forma permanente cumpliendo funciones fundamentales para nuestra salud. Estas bacterias combatirán el exceso de crecimiento de bacterias “malas” o patógenas que nos pueden provocar enfermedades.
Las bacterias modulan el sistema inmune y tienen relación con el eje intestino-cerebro. Esto significa que nuestra microbiota no solo está en el sistema digestivo, sino también en todo nuestro organismo. Gracias a diversos estudios científicos se sabe que muchas respuestas de nuestro cuerpo están influidas por la microbiota, entre ellas la respuesta al dolor o al estrés.
Beneficios de agregar fermentados a nuestra alimentación
- Son alimentos más nutritivos y digeribles (las bacterias ya han hecho parte de la digestión por tí)
- Son ricos en probióticos, aportando bacterias “buenas” que combatirán el exceso de crecimiento de bacterias “malas”, mientras fortalecen nuestra microbiota.
- Ayudan a equilibrar nuestra microbiota.
- Ayudan al estómago e intestino: las bacterias que contienen los fermentados permiten que los alimentos sean más fáciles de digerir, por lo que la digestión no se hace pesada.
- Mejoran la mucosa del tubo digestivo, protegiéndola y fortaleciendo el efecto de su permeabilidad.
- Tienen alto contenido en vitaminas del grupo B y vitamina K2, esta útlima es de gran ayuda en la absorción del calcio junto con la vitamina D3. Esta vitamina se suele encontrar en este tipo de alimentos fermentados gracias a las bacterias anaeróbicas.
- Promueven el trabajo del sistema inmune: el 70% de tus defensas están en el intestino. Una microbiota pobre aumenta el riesgo de muchas enfermedades, mientras que una sana se relaciona con una mejor salud.
- Son ricos en enzimas, que forman parte de los procesos de fermentación y ejercen un papel crucial en la digestión y en la absorción de nutrientes.
- Son alimentos depurativos: eliminan y neutralizan toxinas y residuos de nuestro cuerpo.
Hoy en día estamos más expuestos a tener una microbiota a menudo desequilibrada y debilitada, debido a agentes externos como el estrés, los antibióticos y una dieta alta en alimentos procesados.
Una alimentación acompañada de fermentados va a surtirnos de comunidades robustas de bacterias beneficiosas, promoviendo el restablecimiento de todo nuestro ecosistema interior.
Podemos consumir muchos alimentos ya en proceso de fermentación, tan comunes los lácteos, en los que yogurt, kéfir y quesos son productos que provienen de la fermentación de la leche. ¡La cerveza, el vino o incluso la misma masa madre para preparar el pan también son fermentados!. Algunos de los más conocidos son el miso, el kimchi o el sauerkraut, entre otros muchos.